El Tibet, en particular, su capital Lhassa permanecieron prohibidos para los extranjeros hasta muy avanzado el del siglo xx.
Fueron pocos los viajeros que lograron acceder y conocer de las enseñanzas que impartían los religiosos tibetanos, los lamas.
Entre los privilegiados se encontró la francesa Alejandra David-Neel y quien fue testigo de un extraño fenómeno llamado por los tibetanos "tulpa". Y el cual relata en varias de sus obras. Entre ellas “El Viaje de una parisina a Lhassa” publicado en 1912.
La tulpa es, para los tibetanos, la proyección material de una forma concebida por el espíritu. Es un "fantasma", si se quiere, creado por un monje o un iniciado al término de una larga meditación.
Que puede tomar la forma, indistintamente, de un animal, de un paisaje, de un objeto o de un ser humano. No es una simple visión, sino un fenómeno dotado de consistencia física, capaz de emitir olores y sonidos, etc.
"El olor de un rosal fantasma llegará muy lejos; una casa fantasma será capaz de recibir viajeros de carne y hueso, etc."
Según los lamas la concepción del mundo y el universo que nos rodea es una simple visión mental, no hay ningún fenómeno que exista si no es concebido por el espíritu humano.
Para iniciarse en esta religión un monje tibetano debe aumentar su potencial mental atraves de la meditación y el dominio de la respiración para poder alcanzar la serenidad del espíritu.
Ellos se apoyan en el Kylkhor, que es un diagrama diseñado sobre una tela, escrito sobre un papel o grabado en una piedra. Algunos de estos representan mundos en miniatura.
En el centro de ellos se encuentra un personaje, a menudo una divinidad tutelar, llamado yidam (Un yidam es una deidad personal representa la iluminación en un hombre o mujer, en forma pacífica o colérica). A medida de que va progresando, el joven monje logra "dar vida" a sus kylkhor, es decir, hacer que las escenas que están allí dibujadas y sobre las cuales aplica su meditación, se vuelvan realidad.
Al finalizar su iniciación el monje logra, comprender que todo fenómeno en este mundo no es más que un espejismo que surge de la imaginación. De este modo logra dominar sus temores y sus sensaciones.
Un lama que alcanza este nivel puede resistir el frío al punto de sobrevivir una noche desnudo en la nieve, ya que la sensación de calor o de frío aparece, en efecto, por lo que es: una ilusión del espíritu que él combate con otra ilusión, estimulando con su voluntad el calor interno de su cuerpo.
El espíritu controla la materia . La proyección de tulpas está basada en esta lógica.
Los religiosos tibetanos, especialmente, creen en la existencia de un principio espiritual capaz de crear formas mentales visibles para todos, las tulpas.
Alejandra David-Neel cuenta que presencio y experimento en carne propia la creación de estas formas mentales.
En una de estas ocasiones, vio aparecer el doble exacto del hombre que realizaba el experimento y pudo incluso tocarlo. sin embargo la forma que se originó tenía poca consistencia y se desvaneció poco a poco.
En otro caso, vio aparecer al doble de un lama que ella conocía y que se encontraba entonces a unos kilómetros de ahí.
Ella misma relata que a través de algunos meses de intensa concentración pudo realizar ese tipo de creación:
Logró hacer aparecer un personaje que, según su relato, también fue visto por testigos. Pero su espíritu poco experimentado le hizo perder el control de su creación, por lo que su aspecto se fue modificando hasta llegar a ser perturbador. Tardo seis meses en desmaterializar dicha entidad,
Con gran esfuerzo, Alejandra logró alejarla de su espíritu y desapareció para siempre.
Pero, según dicen los tibetanos, a veces sucede que la aparición sigue existiendo por sí misma y lleva una vida independiente de su creador...
Página Oficial de Alejandra David-Neel:
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