Artículo Escrito por: Juan Manuel Guevara
De los recuerdos agradables que tengo de la televisión fue la serie “Los años maravillosos”, con las situaciones cotidianas de la vida de Kevin y sus amigos y que en las que en muchos casos nos identificamos porque en algún momento ya las habíamos vivido en nuestros propios zapatos.
O quien no tuvo su “Winnie Cooper” , ese gran amor platónico, que en muchas felices ocasiones terminó cumpliéndose el sueño, pero en muchos otros casos no, o a medias.
Claro, a medias!!! O será completo el sueño cuando usted alcanza a su Winnie pero a sabiendas que en cualquier momento lo iban a cambiar, que eso tan bueno iba a ser transitorio y asumiendo el riesgo de terminar lastimado, porque eso si cuando creció la niña si que se puso bien linda, atractiva y asediada.
Afortunada o desafortunadamente, esa ansiedad por alcanzar esas cosas tan atractivas nos llevan a asumir riesgos que en muchas ocasiones ya los conocemos, o los intuimos, y aun así los asumimos entrando en un juego que no sabemos cómo va a terminar realmente.
Los productos financieros son como cualquier negocio, en los que usted analiza en que consiste el negocio, realiza una inversión, asume unos riesgos, y espera una rentabilidad, que es directamente proporcional al riesgo. Entre mayor sea el riesgo, mayor es la rentabilidad.
No es fácil para nadie, conseguir socios que se le apunten a su negocio sin saber en qué consiste, por muy atractivos que se le pinten los resultados, siempre sus futuros socios indagan que proceso del negocio es el que les va a retornar su inversión con sus utilidades. Con mayor razón, si esos retornos no solo son atractivos, si no extraordinarios, esa tarea de analizar el negocio debe ser con mas cuidado.
Tradicionalmente, cuando se tienen excesos de liquidez o ahorros, y se toma la decisión de ponerlos a rentar, los caminos a tomar son: Inversión en negocios tradicionales (en muchos casos requieren inversión en activos, deudas, gastos de personal, etc) ó la inversión en productos financieros, ofrecidos por los bancos tradicionales o las entidades autorizadas para tal efecto. De esta última opción esperamos principalmente seguridad, así no sean los rendimientos deseados, pero con la tranquilidad de tener el capital asegurado.
Vale la pena anotar que dentro de las opciones financieras ofrecidas por las entidades financieras vigiladas, existen también alternativas que ofrecen rentabilidades muy atractivas, pero así mismo con riesgos muy altos, tales como la inversión en acciones o en productos especulativos (TES, derivados, futuros, etc). Pero bueno, cuando no tenemos la mas remota idea de cuáles son los rendimientos de las alternativas financieras tradicionales, pues terminamos en un banco preguntando ¿Cuánto me puede rentar mi platica aquí? Cuando usted recobra la conciencia, perdida por el ataque de risa que le dio cuando le dijeron lo que rentaba una cuenta corriente o una cuenta de ahorros, es muy probable que le ofrezcan un CDT (Certificado de depósito a término) como la opción a seguir. Después de todo es en lo que generalmente invirtieron muchos de nuestros padres y abuelos, y no los culpo porque las tasas que les tocaron si eran de fantasía, y que de todos modos son inversiones seguras para depositar los ahorros, y en la que los títulos representativos de dicha inversión pueden ser negociados antes de su cumplimiento en caso de necesitarse, eso si, los retornos por estos días no dejan de ser dignos de participar en cualquier festival del humor.
Recordando un poco el historial de estas tasas o rendimientos a 90 días, que nos dan una idea inicial de cómo está el sector, nos encontraríamos con que en diciembre de 1.980 una inversión en un CDT a 90 días nos dejaba el 36.81% E.A., o sea que si usted invertía $1.000.000 en un CDT a 90 días, al final (después de 3 meses) recibía $1.081.507, equivalente a recibir durante un año $1.368.100. Para la década de los 80s se manejó un rango en estas tasas con un mínimo en 31.70% E.A. y máximo en 39.24% E.A. En la década de los 90 hubo altibajos, teniendo un mínimo en promedio de tasa en 1999 de 21.60% E.A. pero conservando la mayor parte de la década tasas superiores al 30%. El nuevo milenio recibió a los ahorradores con tasas del 12.14% en el año 2.000 y paulatinamente han ido bajando entregando para el cierre de 2.010 una tasa promedio ponderada de captación a 90 días de 3.68% E.A.
Pero ya tendríamos una idea para saber qué podemos esperar en cuanto a retornos de inversión en el sector financiero. Otra opción, es revisar las tasas publicadas a diario por el Banco de la República, para ver a como están las tasas de intervención o la DTF (Depósito a término fijo), tasa o porcentaje calculada por el promedio de las diferentes tasas de interés de captación utilizadas por los bancos, corporaciones financieras, corporaciones de ahorro y vivienda y compañías de financiamiento comercial para calcular los intereses que reconocerán a los certificados de depósito a término (CDT) con duración de 90 días.
Ya que revisamos un poco la historia, recordemos que en la época en que ese clásico de las series de televisión estaba en sus últimos capítulos (1993 / 1994), tuvimos una primera ronda de pirámides a nivel nacional.
El nombre “pirámide” hoy satanizado en los negocios, fue con el que se bautizó y se ofreció al público el novedoso jueguito. Esta vez no fueron en locaciones tan bien estructuradas, si no en cientos de garajes en la mayoría de ciudades de Colombia, que por inocencia de algunos, y otros por real viveza, estructuraron los negocios donde le ofrecían a los vecinos, amigos o familiares, colocar ciertas sumas de dinero, que a su vez serían retornadas con gigantescos intereses y que la velocidad de este retorno dependería de la cantidad de personas que a su vez el cliente vinculara en el menor tiempo posible.
Había un moderador con un micrófono o simplemente con la fuerza de sus pulmones motivados con el olor del dinero, iba actualizando en una pizarra el orden de los participantes en la pirámide y de los afortunados ganadores por llegar a la cima, por supuesto al inicio el cuento dio, pero siempre debe haber algún perdedor, o más bien, algunos perdedores, porque la plata no se reproduce tan fácil, al menos por estos medios.
Entonces, corrida ya la primera década del segundo milenio, lleno de avances tecnológicos y de herramientas de información, aparece una nueva y novedosa fórmula para invertir el dinero, más bien, de multiplicar de manera fantástica las inversiones. Asumamos un escenario personal de total desconocimiento de los negocios financieros o tradicionales, pero con una mínima información sobre las tasas de captación de las entidades financieras tradicionales vigiladas, y tomando en cuenta los altos riesgos de invertir en productos financieros de especulación ofrecidos también por dichas entidades, y con algo de memoria para los que vivimos la primera ronda de pirámides a inicios de los 90s, cargando a cuestas la responsabilidad de hacer valer el ingenio de nuestros ancestros al dejarnos su “malicia indígena”, y con la dolorosa experiencia de una nación azotada por los estragos que han dejado los negocios ilícitos y los negocios chuecos en casi todas actividades económicas.
Tomar la decisión de entrar en un juego de estos (por mucha motivación del vecino o familiar que nos restregó en la cara el fruto de su primera inversión con la sonrisita socarrona y burlona porque él sí lo hizo y uno no) es de cada uno, y no se necesitan años de experiencia en el mercado financiero para que la intuición y esa cada vez menos valorada “malicia indígena” al menos nos dé un aviso.
Inocencia, ambición, adrenalina, antojo ?????, tal vez algunas o todas las anteriores, posiblemente lo único que se necesitó fue vivir unos cachos de novia platónica, que a pesar de saber que nada bueno había detrás de todo eso, preferimos cerrar los ojos y soñar que todo iba a salir bien.
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